Tiramisú

Vamos hoy con la receta del tiramisú, ese postre típico italiano, cremoso y delicado, que a muchos tanto nos gusta. Hace poco me preguntabais por ella, y aquí está. ¿ A quién no le apetece un postre con toques de café y cacao?

Llegó a mí a través de mi amiga Paloma, gran cocinera entre otras cosas, y ella, a su vez, la consiguió con súplicas al cocinero del restaurante donde la estaba comiendo. ¡Tanto le gustó que no pudo marcharse sin ella!

Sé de versiones que sustituyen las claras por nata, otras incluso leche condensada, pero creo que ésta es la original. Y si no, al menos la que más me gusta, que con eso ya es suficiente. También he de decir que la versión con nata es más consistente que esta que aquí os doy, permitiendo así un corte perfecto (en congelado, claro), y por ende una majestuosa presencia.

Es un postre fácil de elaborar, y para mi gusto, mejor si está hecho de un día para otro, ya que los sabores de los distintos ingredientes se mezclan mejor y se perciben como un todo. Eso sí, la cobertura de cacao hay que realizarla a última hora, ya que con el tiempo se humedece y oscurece.

Ingredientes para 6/8 raciones:

• Un paquete de bizcochos secos alargados, (los savoiardi italianos). O bizcochos de soletilla, pero estos son más difíciles de manejar al empaparlos.

• 5 huevos

• 6 cucharadas soperas de azúcar

• 1 tarrina de queso mascarpone

• Un vaso bien grande de café ya frío con un chorretón de amaretto, brandy o ron. A mí me gusta rebajar el café con algo de agua.

• Cacao puro en polvo para espolvorear

Podemos presentar el tiramisú en un recipiente único, lo cual es más rápido y sencillo, o bien en recipientes individuales, más resultones si son de cristal porque dejan ver las capas. Al igual que digo que las porciones individuales son más bonitas, también hay que decir que su preparación lleva más tiempo.

Empezamos preparando un café al que le añadimos un toque de licor. Debe estar a temperatura ambiente para mojar en él los bizcochos.

En un bol grande separamos las claras y las montamos, añadiéndoles el azúcar y dejándolas a punto de nieve.

En otro bol, mezclamos el queso mascarpone con las yemas y lo batimos para que quede cremoso, más suave y mezcle bien con las claras montadas.

Procedemos a la mezcla de ambas elaboraciones.

El siguiente paso es ir mojando los bizcochos secos en el café, (sin dejarlos demasiado tiempo en remojo, para que no absorban demasiado líquido), y los vamos colocando en la fuente o en los recipientes, cubriendo el fondo. En el caso que os enseño en las fotos hay que cortar alguno y adaptarlo al tamaño circular de la copa.

Sobre la capa de bizcocho extenderemos otra de crema, y repetiremos la operación varias veces, mientras permita la altura del recipiente.

Una vez terminadas las capas podemos cubrir el postre con film de cocina o papel de aluminio para evitar que se seque, y meterlo en el frigorífico. No olvidar que este postre se elabora con huevos crudos y no se cocina, por lo que hay que llevar mucho cuidado en su conservación y no tardar demasiado en consumirlo.

Cuando se vaya a servir, se espolvorea con cacao puro en polvo. Y si os quedó algo del postre (cosa que dudo) y lo guardáis con el cacao puesto, no hay más que volverlo a espolvorear antes de servirlo para que de nuevo tenga buen aspecto.

Como os dije anteriormente, y en especial si usamos bizcochos de los alargados y secos, es mejor elaborar el postre el día anterior para que la humedad empape bien el centro de los bizcochos.

En alguna ocasión he preparado el tiramisú con bizcochos de soletilla tiernos, y el resultado es delicioso, pero hay que llevar cuidado al mojarlos en el café para que no se empapen demasiado y se desmoronen. Además, al tener forma redondeada, es más complicado cubrir las superficies.

Espero que lo disfrutéis.